
Foto de: El Heraldo de San Luis Potosí
Muy Personalmente
Una columna de Aldo Salvador
Se ha cumplido ya un lustro del fallecimiento de José José o denominado por generaciones como el “Príncipe de la Canción”. Este ícono se ha ido, dejando un legado musical y una huella imborrable en la historia de la música en español, lo cual es indiscutible, pero ¿quién ha sido la mente detrás de las melodías de este artista y otros tantos más? Su nombre es Rafael Pérez Botija, compositor español culpable de éxitos como: Volcán, Seré, Preso, Payaso, Desesperado, Mi vida y la lista continúa; que más que canciones han sido himnos que han trascendido a lo largo de los años y hoy día siguen vigentes en el gusto del público. Gavilán o paloma, también obra de Pérez Botija, fue interpretada por primera vez en 1977 por Pablo Abraira en España, y posteriormente se le fue entregada a José José para su disco Reencuentro, marcando un parteaguas en su carrera como cantante. No obstante, pasó algo particular en un sector del público respecto a la interpretación de la letra. Se sabe que el colectivo LGBTIQA+ (me incluyo) ha adoptado y posicionado canciones de diversos artistas como un himno dentro del mismo, convirtiéndolas en referentes del orgullo, sobre todo por el nivel de identificación o proyección que encuentran en sus letras, y eso pasó con este tema musical, logrando que los mitos e historias alrededor de este trasciendan con los años.
En palabras del intérprete mexicano, asegura que la letra hace referencia al primer encuentro sexual de un chico con una mujer experimentada que conoce en un bar. Por su parte, Pérez Botija, la mente creadora, sostiene que no muy alejado de lo que dice el intérprete, la historia va de un “pobre tonto ingenuo charlatán” que cree haber conquistado a una mujer, pero en realidad es lo contrario, pues asegura que es un mito que los hombres conquisten a las mujeres.
Los años 70 marcaron el inicio de movimientos del Orgullo LGBTIQA+ en España, como respuesta a la represión del franquismo, integrándose México posteriormente. El ensayista y editor, Braulio Peralta (2019) expresa en uno de sus textos que el furor y reivindicación del tema musical tomó gran relevancia en los antros gay en México, lo cual no asombra, pues es ahí donde se han posicionado grandes éxitos, pero anteriormente en España ya era todo un himno de las mujeres trans.
Quizá la interpretación más controversial que encontremos en una de las estrofas es la siguiente: “Fui bajando lentamente tu vestido y tú no me dejaste ni hablar […] Al mirarte me sentí desengañado”, fragmento que podría hacer alusión que aquel hombre descubría en este acto que estaba con una mujer trans o quizá un travesti. Después, viene otro verso: “Amiga, hay que ver cómo es el amor, que vuelve a quien lo toma, gavilán o paloma”, dejando ver que acto seguido el mismo caballero aceptaba que el amor tiene distintas formas de ser, sin importar la orientación sexual, identidad o expresión de género. No hay duda de que la música ha sido pieza clave en distintos movimientos sociales que han surgido a lo largo de la historia en todo el mundo y es por ello que muy personalmente opino que se debe en gran medida a que esta es un factor que crea uniones, crea vínculos, nos identifica, y logra que nos volvamos una sola voz ante diversas situaciones logrando resonar en los oídos de quienes prefieren ignorar.
Es verdad que, Gavilán o paloma no es la única canción que puede tener un trasfondo “de closet”, pues hay cientos de letras que han pasado a la historia como un verdadero himno al orgullo de ser quienes somos. En México, José José, con su voz, logra romper barreras y prejuicios, regalándonos una exquisita melodía que queda a la libre interpretación de la vida, corazón y sentimientos de quienes la hacen suya.
Amiga, amigo, amigue, hay que ver cómo es el amor.