
Imagen de: People
Muy Personalmente
Una columna de Aldo Salvador
¿Podemos hablar de grandes regresos? Y es que si de eso se trata, Lindsay Lohan es sin duda, la que encabeza la lista y no puedo evitar la alegría y nostalgia que me provoca verle en cada aparición que hace. Lindsay, una estrella que inició su camino frente a las cámaras en comerciales de televisión siendo apenas una niña, y que con 11 años, Disney apostaría por ella para protagonizar lo que se convertiría en todo un clásico de finales de los 90’s, “Juego de gemelas” (de mis comfort movies favoritas), donde interpretó a las memorables Hallie Parker y Annie James. Gracias a esta película logró gran reconocimiento, y empezó a sumar más éxitos a su carrera, como “Un viernes de locos” (2003) con la gran Jamie Lee Curtis (actrizaza, de mi top), Chicas Pesadas (2004), consagrándola como todo un ícono adolescente y Herbie a toda marcha (2005), otro éxito de Disney.
Tristemente, como muchas veces suele ocurrir, los excesos tocaron a la puerta y Lindsay la abrió, aunado a una fatídica historia familiar rodeada de vicios y violencia, donde sus padres salen a relucir. LiLo, como también la llaman, se fue convirtiendo en la carnada predilecta de los paparazzis, acaparando las portadas de revistas, periódicos y programas de televisión, donde se le veía en estado inconveniente, ya sea por el alcohol o las drogas. Por un momento me imagino (y seguramente no me acerco) lo que pasaba por la mente de una chica que apenas empezaba a vivir, que se exponía a un acoso constante de los medios, sufriendo burlas, difamaciones, señalamientos, ¡ah!, y además, tener que cumplir con estándares de belleza solo por ser mujer y actriz. Se sabe que la industria del entretenimiento puede ser cruel con las mujeres por tener que lucir de cierta forma, sin importar las consecuencias.
Pero el sol vuelve a salir, quizá a veces un poco más tarde, pero sale. Después de entradas y salidas de rehabilitación, Lindsay se fue alejando paulatinamente de las adicciones y del ojo público. Hace un par de años decidió mudarse a Dubái (donde los paparazzis no están permitidos) y empezó a rehacer su vida, darse un tiempo para sanar y empezar otra vez, porque sí, se vale iniciar de cero mil veces y la icónica chica pelirroja y pecosa es un claro ejemplo, y es que a decir verdad, muchxs sabemos que otros personajes públicos con vidas similares han tenido lamentables desenlaces, pero este no es el caso de ella.
Hoy, casada y con su primer hijo, ha vuelto a la pantalla de la mano de Netflix, con quien ya ha estrenado dos películas y otra por salir. Además, este 2025 regresará a las salas de cine como Anna Coleman en la secuela de “Un viernes de locos”. Ver a Lindsay, tan radiante, llena de vida, en paz, realizada y con esa sonrisa que llegó al corazón de varias generaciones, me hace recobrar la esperanza de volver a ver a otras tantas queridas luminarias con el brillo que un día tuvieron (Britney, por ejemplo).
Lindsay tiene muchas historias por contar, no tengo duda, porque de ser toda una estrella de los 2000 y de ser buena actriz, puede jactarse. Por último, muy personalmente opino: Si yo fuera la empresa que la vio nacer como toda una estrella, este próximo 2025 la nombraba oficialmente Leyenda Disney, ¡ay ya nómbrenla, por Dios!, es su momento.
Qué bueno tenerte de regreso, Lindsay (aplausos de fondo).