
Imagen de: People en Español
Muy Personalmente
Una columna de Aldo Salvador
Si un día ha quedado grabado en el imaginario colectivo mexicano, fue aquel 23 de marzo de 1994 en el barrio de Lomas Taurinas en Tijuana, Baja California, cuando en aquel entonces Luis Donaldo Colosio, candidato a la presidencia de México por el Partido Revolucionario Institucional, recibió un impacto de bala que lo hiciera abandonar el plano terrenal. ¿La testigo y corresponsal improvisada? Talina Fernández, quien mantenía una cercana relación con la esposa del candidato, Diana Laura Riojas, por la cual fue invitada en aquella gira que enmarcara una de las escenas más atroces de la política y sociedad mexicana.
En definitiva, me parece, muy personalmente, que si ha habido una cátedra de un periodismo femenino ético, sororidad y empatía humana, fue la que la dama del buen decir desplegó en aquel episodio, quien fuera la primera persona en informar a toda una nación la muerte del candidato desde los pasillos de un hospital, mismo donde se ofreciera a donarle sangre y la llevaran a un sótano donde le limpiaran el brazo con una jerga con cloro para hacer lo propio.
En una noche fría, como ella la describe en sus tantas anécdotas e impecable narración, acogió a Diana Laura, dejando clara su posición de amiga, aunándose a sus plegarías en un corredor de quirófano donde se encontraba su esposo, mientras veía pasar a personajes que formaban parte de aquel momento, como el paso de la Dra. Patricia Aubanel, quien se pretendía atendería al herido, pues contaba con el historial de haber operado en dos ocasiones a la misma Madre Teresa de Calcuta. Con el transcurrir del tiempo, las ansias se apoderaban en mayor medida de aquel escenario donde el causante del crimen, Mario Aburto Martínez, se encontraba en las primeras planas de los noticieros.
Tras ser Diana Laura convocada por alguien más, Talina quedó en la sala, observando así a una enfermera que llevaba un desfibrilador, asegurando que su trabajo había terminado, dando las primeras señales de lo evidente. El obispo Berlié, quien figura dentro del cuadro, es solicitado para entrar a la misma sala de donde salió aquella mujer. Tras este acceder a aquel sitio, la puerta se abre, quedando Talina frente a él, haciéndole señales para saber qué pasa y solo él le confirma con la cabeza el fallecimiento del político.
Tomando su rol de profesional de los medios, en un enlace vía telefónica con Jacobo Zabludovsky, quien se encontraba en vivo, le informa: «Extraoficialmente se ha muerto el licenciado Colosio». Segundos después, la noticia se confirma oficialmente.
Encontrándose de nuevo con Diana Laura, Talina le ofrece su hogar para pasar la noche, esperar la autopsia, así como el avión que la transportaría a ella y al cuerpo de su difunto marido. Ya en su casa, junto a su amiga, la periodista le pone sus pantuflas, la arropa con calidez como muestra de su solidaridad, prepara la cena para ella y sus familiares y, llegada la hora, se despiden.
Talina, la dama de buen decir, deja un sello imborrable en los noticieros gracias a su entereza y profesionalismo en la cobertura del hecho, siendo elogiada por Zabludovsky diciéndole: «La noticia que nos has dado es de las noticias históricas más importantes del siglo XX para México».
De paso, la ropa que portó Diana Laura en el velorio de su esposo, ¿de quién creen que era?